Este que os escribe hoy, 20 de marzo, puso las noticias como cada mediodía y lo que en ellas vio en la sección de deportes lo dejó atónito por no decir algo más mal sonante. Resulta que en un partido de fútbol de categoría de infantiles los padres de varios niños de ambos equipos acabaron pegándose mutuamente una paliza. Todo empezó por una entrada entre dos niños y los insultos que estos se dirigieron. Aquí ya encontramos el gran punto a analizar... niños de infantiles insultándose por una entrada en un partido de fútbol. ¿Qué ha fallado ahí? Quizás es que ven a sus ídolos hacer eso cada jornada de Liga, quizás es que mismo antes de saber hablar por ellos mismos veían a sus padres hacerlo, quizás es que nunca un entrenador les corrigió... quizás es todo eso y más.
Padres que pagan sus propias frustraciones en sus hijos, padres que no van a ver a su hijo jugar al fútbol (o el deporte X), van a verlo ganar. Dice una frase "lo importante es participar" y sinceramente, yo no estoy de acuerdo con ella. Para todos es importante ganar, a todos nos gusta. Nadie sale a un campo, cancha, ring, etc a participar, sale a ganar. Y el que diga que no... miente. Y a los niños también les gusta ganar, es normal, hasta ahí no hay nada reprochable en mi opinión. El problema viene cuando el deseo de ganar no te permite saber perder ni ganar... todos conocemos a ese tipo de personas, y suelen cumplir ambas características: mala actitud en la derrota así como en la victoria. ¿Por qué a esos niños antes de a ganar no les enseñan a saber ganar? Y no me refiero a enseñarles a ser los mejores en lo suyo, hablo del componente psicológico. ¿Por qué no les enseñan a tener respeto al rival? No culpo a esos niños (ni a ningún otro), ellos solo reproducen lo que otros les han enseñado. Culpo a todo un sistema que falla para que cada dos por tres una noticia de este tipo salte a los titulares.
La conclusión que saco es la misma que en lo que escribí sobre el machismo en el deporte... como futuros técnicos deportivos debemos también estar capacitados para enseñar a un niño a saber ganar y a saber perder. Y eso conlleva un ejercicio de deconstrucción propia ya que, nosotros al igual que ellos, hemos sido criados en el mismo sistema. Ese niño que insultó a su rival podía ser yo a los 10 años o cualquiera de mis compañeros y compañeras. Los cambios siempre empiezan por uno mismo. Porque si bien esta vez fueron los padres de esos niños, mañana serán esos niños de adultos los que protagonicen las mismas escenas.
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