El primer punto a destacar pues fue el hecho de que a la hora que nos citamos faltaba gente, ya éramos un grupo reducido de inicio y más bajas pondrían en riesgo la actividad. ¿Qué sacar de esto? Intentar siempre llevar un grupo superior al mínimo (si la actividad lo tiene), no citarse a la hora deseada sino un rato antes de la hora que desea el coordinador de la actividad y no fijar un precio y sí decir baremo de cifras con un mínimo y un máximo que dependerá del nº de participantes.
Algo que me gustó (yo lo haría así desde luego) fue el cambio de tono por parte de la instructora cuando llegó el turno de hablar de la seguridad. Y es que ya a orilla del río y tras ver que era una persona cercana y simpática, la seriedad se puso de manifiesto para explicarnos qué hacer y qué no hacer ante las posibles situaciones de riesgo que nos podrían aguardar al practicar rafting.
Seguramente podría hacerlo con otro tono, pero creo que es justo ese cambio de tono lo que hace que la gente deje de "estar de risas" y preste toda su atención a las pautas que le están dando.
Seguramente podría hacerlo con otro tono, pero creo que es justo ese cambio de tono lo que hace que la gente deje de "estar de risas" y preste toda su atención a las pautas que le están dando.
El otro gran punto a destacar para mí fue la colaboración. En el deporte reina la competitividad y si
algo tiene el rafting es que si no "juegas" en equipo estás vendido. De nada sirve que sepas remar bien y que lo hagas con fuerza si no te coordinas con tus compañeros. Esa coordinación empieza por algo sencillo: jerarquía. El más experimentado dirigía el rumbo de la embarcación y marcaba el ritmo (adelante, stop y atrás) y el resto acataba. A algunos podrá parecerles aburrido pero a mí me parece una forma perfecta de dirigir una actividad de este tipo.
algo tiene el rafting es que si no "juegas" en equipo estás vendido. De nada sirve que sepas remar bien y que lo hagas con fuerza si no te coordinas con tus compañeros. Esa coordinación empieza por algo sencillo: jerarquía. El más experimentado dirigía el rumbo de la embarcación y marcaba el ritmo (adelante, stop y atrás) y el resto acataba. A algunos podrá parecerles aburrido pero a mí me parece una forma perfecta de dirigir una actividad de este tipo.
En definitiva el rafting me pareció toda una experiencia de la que además adquirí conocimientos útiles en TSAFD. Diversión, subidones de adrenalina y aprender ¿qué más se puede pedir? Sin duda será algo que repita por mi cuenta al igual que pienso hacerlo con el esquí.
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