Cuando la cosa se trata de deporte solemos quedarnos con una parte de él, esa reservada a los que triunfan al máximo nivel. La última jugada de Messi, el último cañonazo de Cristiano, todos nos quedamos ojipláticos con los récords de Usain Bolt y Michael Phelps, misma reacción que cualquiera tiene al ver el vídeo del 10 de Nadia Comaneci en 1976, el mundo se paró en 1964 cuando un "desconocido" Muhammad Ali dio una lección de boxeo a Sonny Liston y ningún hombre ni mujer ha conseguido superar a Larisa Latynina que con sus 18 medallas ocupa el primer puesto del medallero olímpico.
Mucha gente se queda con eso, con que el deporte es ir al Everest o nada, que es algo que hay que empezar de joven: "¿a mi edad hacer deporte?", "con mi peso ponerme a hacer deporte? no aguanto ni 10 minutos", etc.
Pero también existen casos como los de:
Aron Lee Ralston, montañista que tras quedar atrapado por una roca durante 127 horas se amputó el brazo y recorrió kilómetros y kilómetros desangrándose y deshidratándose hasta dar con unos turistas. A día de hoy sigue escalando con una prótesis.
Parinya Charoenphol que antes era conocida como Nong Toom, se sentía mujer en un cuerpo de hombre y luchó por su sueño de una operación de cambio de sexo (además de para mantener a su familia), y cuando digo que luchó lo digo en el sentido literal de la palabra... su deporte era el muai thai. En el cuadrilátero la mayoría de contrincantes se reían de ella, también la mayoría acababan besando la lona.
Carl Joseph que a pesar de no tener una pierna destacó en todos los equipos de baloncesto y fútbol americano en los que jugó, consiguiendo incluso una beca de estudios (la consiguió, no se la dieron por pena). Carl machacaba el aro de la canasta a pesar de que no le dejaban jugar con una prótesis.
Aaron Fotheringham es un skater en silla de ruedas que ha conseguido ser el primero de la historia en completar un 360º, solo con eso ya hace más que la inmensa mayoría de los que montan un skate tradicional.
Equipo Hoyt: Rick padecía una parálisis cerebral y amaba el deporte pero no le era posible practicarlo por sí mismo así que pidió a su padre Dick Hoyt participar en carreras, juntos. El amor de este padre por su hijo lo llevó a finalizar un IRON MAN empujando a su hijo en cada metro de carrera. Cuando empezaron Dick no sabía nadar ni montar en bici.
Estos son casos con cierta notoriedad y nombre propio, pero ni siquiera tenemos que recurrir a ellos. ¿Has reparado en ese anciano al que ves correr por las calles de tu ciudad? ¿Y en esa persona que tras salir de trabajar a las 9 de la noche aún va al gimnasio? ¿Recuerdas a aquel viejo amigo con obesidad que ahora está irreconocible? ¿Conoces a alguno de esos incombustibles niños que abrazan un deporte en su más tierna infancia? En mi misma familia hay dos niñas pequeñas que despiertan a sus padres a las 8 de la mañana todos los fines de semana para ir a triatlón. Los ejemplos podrían ser cientos pero creo que con esto llega para captar el mensaje.
¿Que cuál es ese mensaje? Que la próxima vez que estés pensando en hacer deporte y te quedes ahí, en el pensar... sé honesto contigo mismo. No es porque no tienes tiempo, ni unos kilos de más, ni unos de menos, ni eres demasiado mayor, ni por ser muy malo... es porque prefieres buscar excusas a calzarte las zapatillas.
Termino como empecé: ¿cuál es tu excusa?
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