El pasado 5 de febrero la mitad de la clase pusimos rumbo a Jaca-Candanchú para disfrutar de una experiencia distinta a las habituales del ciclo. Y hablando a título personal, una experiencia completamente nueva ya que nunca había esquiado.
Mucho podría escribir sobre ese viaje... pero intentaré centrarme en mayor medida sobre la metodología y forma de llevar las clases de la profesora de esquí que estuvo con mi grupo. En un primer momento y como era de esperar se nos clasificó en distintos grupos: esquí y snow por una parte y por otra los que ya contaban con experiencia y los que no.
Al tratarse de un deporte nuevo y de un medio distinto al habitual pensé que gran parte de esos días consistirían en elementos básicos como pequeños desplazamientos, frenadas y giros. Me equivocaba... eso fue asimilado por casi todo el grupo el primer día. Empezamos por las nociones básicas: desde aprender a ponerse los esquís a hacer desplazamientos en una pequeñísima pendiente para frenar en cuña al final (el freno elemental en esquí). Algo que me llamó la atención de ese primer día fue el modo en que la profesora incorporaba la diversión al hecho de que en el fondo estábamos aprendiendo técnica pura de un deporte. Lo que quiero decir es que eso muchas veces puede resultar tedioso e incluso aburrido (sobre todo si se te da mal) y con ella sin embargo una caída se convertía en motivo de risa.
Una vez aprendimos las nociones básicas llegó el momento de empezar a descender las primeras pistas verdes, esas que el día 10 nos parecían lo más fácil el primer día imponían un poco. La profesora antes mencionada también tenía sus métodos para que nos dejáramos llevar... si de una caída hacía algo divertido de esas pendientes hacía pequeñas competiciones. "A ver quién me da seguido las huellas de los esquís" decía. Ese objetivo hacía que de nuestra cabeza desaparecieran las inseguridades. Esa lección tampoco la olvidaré... da un objetivo divertido al alumno y de su cabeza saldrán las inseguridades ya que se centrará en él.
A medida que íbamos progresando las pistas y los ejercicios se fueron complicando y al mismo tiempo volviendo más divertidos. Pasamos de simples bajadas a pistas que incorporaban curvas y pequeños saltos, esquiar fuera de pista en nieve en polvo, probar dos azules, hacer slalom, aprender a adelantar con seguridad, esquivar a un esquiador que se cae de golpe, etc. Esa sucesión de objetivos hicieron que todos los días fueran una experiencia nueva, en el desayuno alguien del grupo siempre decía "¿hoy qué tocará?" y divagábamos sobre ello.
Pero dicha profesora (Carlota) no solo nos enseñó a esquiar, entre las lecciones de esquí siempre intercalaba el contarnos experiencias propias sobre el esquí, anécdotas... también nos contó como adaptaba las clases de esquí a los distintos grupos ya que los había que progresaban muy lentamente y los que lo hacían a gran velocidad. De forma resumida nos explicó como tenía distintos itinerarios preparados según fuera el nivel del grupo.
En definitiva un deporte nuevo, una experiencia inolvidable, una experiencia que repetiré.